¿Alguna vez te has planteado que la comida puede estar echándote una mano? Esto es difícil de pensar y de entender, lo sé. Sobre todo, cuando la comida en ocasiones nos puede generar malestar, culpa y literalmente, dolores de barriga.
En consulta puedo acercarme con cariño a la historia de muchas personas en las que en algún momento la comida les ha salvado de males peores. Y es que es así, está muy al alcance de nuestra mano y en algún momento de nuestra vida hemos aprendido que puede hacernos sentir mejor, o al menos, menos mal.

Quizás si estás leyendo esto es por que te gustaría cambiar tu relación con la comida, por que ya estás en este camino o sencillamente por que el título te ha picado la curiosidad.
Con estas palabras quería invitarte a conectar con tus ritmos. Y te preguntarás, ¿a qué viene esto ahora? Te cuento: ¿te imaginas que alguien se hace un esguince y le quitas la venda y la muleta directamente?
- En primer lugar, necesitará reposo. Esto podría ser el símil al ser consciente de que hay algo que quieres hacer de un modo diferente. Poder pararte y así conectar contigo y tu cuerpo para poder escuchar qué necesita, ¿qué le pasa? ¿qué función está cumpliendo la comida?
- Ahora es el turno de la muleta, al principio necesitará las dos. Después poco a poco podrá caminar con una sola y por último la venda será suficiente. Y es que, si la comida ha funcionado de sostén durante mucho tiempo, no podemos deshacernos de la noche a la mañana de ella. ¿Quizás por esto las dietas milagro no funcionen?
- Para curar bien el esguince quizás le recomienden o pauten rehabilitación. Durante este periodo, un profesional acompañará a la persona a recuperar este tobillo que durante un tiempo no ha podido estar al 100%. Pero si la persona no está presente, se deja acompañar y da lo mejor de ella, puede ser más complicado. Incluso la recuperación puede ser algo más lenta. Y es que, no hay nadie que conozca mejor tu vida que tú, ni que perciba su tobillo y malestar mejor que tú. Es por eso por lo que los ritmos y el reajuste de aprender de nuevo a cómo relacionarte con la comida están en gran medida en tu historia.
Por esto, te invito a que te des permiso a no cortar de un momento a otro la relación que ahora tienes con la comida. Escucha tu cuerpo y trata de entender que te está queriendo decir.
Si crees que lo necesitas, pide ayuda. Al fin y al cabo una muleta no tiene por que hacerle daño a nadie, ¿no?